Nuit blanche
Para todos los que no quieren dormir si no tienen con qué soñar
domingo, 28 de junio de 2020
El hilo
Si todo ocurre por una razón
la vida me ha puesto delante
uno de los motivos más bonitos
para volver a creer en el amor.
Un nuevo comienzo
que es el despertar de los sentidos.
Atrás queda la inocencia
para recibir
con los brazos abiertos
a la libertad de los caminos,
con el corazón entregado
al vínculo que tejemos
con cada momento,
cada mirada,
cada aliento compartido.
Acuno ese hilo rojo
en esta noche
imaginando
que tú tiras del otro extremo
y la distancia no es más que una promesa
de sabernos juntos.
Que en mi cuello
porto tus besos
y en mis labios
renacen las flores
que jamás se debieron tirar,
que hoy son más y crecen con más fuerza,
que hoy sus colores nos acunarán
en el hogar que es la memoria
y el futuro compartido.
Mas quiero que estas palabras
se traduzcan en vida
y en saber cuidarte en este camino
durante todo lo que nos depare,
descubriendo las pasiones que me embelesan de ti,
disfrutando cada detalle,
creciendo juntos,
sabiéndonos a gusto,
asumiendo nuestras sombras,
sosteniendo tu mano en cada realidad,
siendo el fuego y el hielo
de una canción que
por pura y real
estremece el alma
Si todo ocurre por una razón
la vida me ha puesto delante
uno de los motivos más bonitos
para volver a creer en el amor.
martes, 24 de diciembre de 2019
Distinto lugar, misma visión
Caen
al suelo
piezas de recuerdos
donde muchos emprenden
el camino
hacia una época
que despierta
en mí sentimientos
de añoranza ante el resquicio de una luz
que anticipé eterna
y hoy solo porto sobre mi esternón
como prueba de que no fue delirio,
de extrañeza ante el vacío autoimpuesto,
de pies adheridos al quiero y no puedo,
de cascadas que velan las mañanas de niebla
y de entregarse al pasado como autoterapia.
Si en algún momento
disfruté de la nieve
fue porque me enseñaste
a combatir el frío con tus abrazos
y la tiranía que veía en las navidades
se deshizo en el anhelo de volver a verte
tras un par de días de estío
en los que me hablabas sobre tantas cosas
que, en su sencillez,
me fascinaban (y tú sin saberlo)
y en sabernos en mesas distintas,
en fiestas distintas,
saboreando distintos aromas, sabores, ideas,
pero disfrutando juntas,
quizás pensándonos a la vez
o de forma alterna
y de sabernos una
en dos vidas.
Fueron tantos los momentos que me regalaste
estando en persona y luego siendo en mí...
que ojalá haberlos paladeado un poco más
dado que ahora el fuego se refleja en los ojos
y en los acordes solo aparecen visiones
de un sueño esculpido en agua...
Y es que esta carta te tiene como única destinataria,
a ti que me hiciste testigo de las grandes catedrales que se erigen en tu interior,
magnánimos rincones de placer, luz de mis ojos,
a ti que te hice partícipe de mi sancta sanctorum
y te contemplé navegando por los pasillos de mi sentir
con la confianza enredada en la sonrisa
de llamarte por mi nombre y tú a mí
por el tuyo.
Te pienso aquí
dentro
y en el papel,
hogar en la distancia,
todo lo que eres y serás para mí,
aun sin tener la mínima certeza
de que sigues leyendo mis palabras,
pero para mí es suficiente
poder escribirte
por si alguna vez estos versos llegan a tus labios
o para amar un poco más o un poco mejor
a la parte de ti que todavía hay en mí.
Que aun en lugares tan distintos
como nos presuponía hace un año
la visión que tengo de ambas ha variado
pero en esencia es la misma.
Asi que te digo
que ojalá haberte concedido
idéntico regalo.
Al pasado solo puedo sumar
el silencio que es respeto
y no falta de ganas,
el perdón a las sombras
que te desgarraron
y a las nubes que algún día
involuntariamente
precipitaste sobre mí,
el anhelo de que tú también quieras
erigir nuestro futuro
en un cuaderno en blanco,
sin páginas arrancadas,
pero con la pureza para
no cometer los mismos borrones,
el deseo de que apures al máximo
toda la vida que hay en ti (que es mucha),
que no te culpes de nada,
que te sientas libre y orgullosa,
que lo des todo en el baile y en el amor,
que roces con tus hermosos dedos
la felicidad
en numerosas ocasiones
y que si alguna vez
mi recuerdo te lleva a ella
que sonrías
porque a mí me ha pasado lo mismo,
porque tu visión
llegará a ser
el regalo de muchos inviernos,
porque tu visión
me ha hecho feliz.
al suelo
piezas de recuerdos
donde muchos emprenden
el camino
hacia una época
que despierta
en mí sentimientos
de añoranza ante el resquicio de una luz
que anticipé eterna
y hoy solo porto sobre mi esternón
como prueba de que no fue delirio,
de extrañeza ante el vacío autoimpuesto,
de pies adheridos al quiero y no puedo,
de cascadas que velan las mañanas de niebla
y de entregarse al pasado como autoterapia.
Si en algún momento
disfruté de la nieve
fue porque me enseñaste
a combatir el frío con tus abrazos
y la tiranía que veía en las navidades
se deshizo en el anhelo de volver a verte
tras un par de días de estío
en los que me hablabas sobre tantas cosas
que, en su sencillez,
me fascinaban (y tú sin saberlo)
y en sabernos en mesas distintas,
en fiestas distintas,
saboreando distintos aromas, sabores, ideas,
pero disfrutando juntas,
quizás pensándonos a la vez
o de forma alterna
y de sabernos una
en dos vidas.
Fueron tantos los momentos que me regalaste
estando en persona y luego siendo en mí...
que ojalá haberlos paladeado un poco más
dado que ahora el fuego se refleja en los ojos
y en los acordes solo aparecen visiones
de un sueño esculpido en agua...
Y es que esta carta te tiene como única destinataria,
a ti que me hiciste testigo de las grandes catedrales que se erigen en tu interior,
magnánimos rincones de placer, luz de mis ojos,
a ti que te hice partícipe de mi sancta sanctorum
y te contemplé navegando por los pasillos de mi sentir
con la confianza enredada en la sonrisa
de llamarte por mi nombre y tú a mí
por el tuyo.
Te pienso aquí
dentro
y en el papel,
hogar en la distancia,
todo lo que eres y serás para mí,
aun sin tener la mínima certeza
de que sigues leyendo mis palabras,
pero para mí es suficiente
poder escribirte
por si alguna vez estos versos llegan a tus labios
o para amar un poco más o un poco mejor
a la parte de ti que todavía hay en mí.
Que aun en lugares tan distintos
como nos presuponía hace un año
la visión que tengo de ambas ha variado
pero en esencia es la misma.
Asi que te digo
que ojalá haberte concedido
idéntico regalo.
Al pasado solo puedo sumar
el silencio que es respeto
y no falta de ganas,
el perdón a las sombras
que te desgarraron
y a las nubes que algún día
involuntariamente
precipitaste sobre mí,
el anhelo de que tú también quieras
erigir nuestro futuro
en un cuaderno en blanco,
sin páginas arrancadas,
pero con la pureza para
no cometer los mismos borrones,
el deseo de que apures al máximo
toda la vida que hay en ti (que es mucha),
que no te culpes de nada,
que te sientas libre y orgullosa,
que lo des todo en el baile y en el amor,
que roces con tus hermosos dedos
la felicidad
en numerosas ocasiones
y que si alguna vez
mi recuerdo te lleva a ella
que sonrías
porque a mí me ha pasado lo mismo,
porque tu visión
llegará a ser
el regalo de muchos inviernos,
porque tu visión
me ha hecho feliz.
miércoles, 13 de noviembre de 2019
Pesadillas (poema improvisado)
Echar de menos
sin poder decirlo
es como querer volar
con el miedo a que otros
contemplen tus alas magulladas
por la fragilidad de los momentos
que no viviste...
Saber de ti
desde la distancia propia de
quien desconoce tus labios,
tus sueños, tus preocupaciones,
es una pesadilla
en la que todo sendero alborotado
de mis sentimientos
conduce a la nostagia
de tenerte entre mis brazos...
Oler por la calle
la esencia de aquella noche,
de tu risa descalza
y pensar que este idioma
ya solo sea
el grito extinto
de una voz que fui...
Exhalar los últimos esfuerzos
ante un reloj vespertino
y tu recuerdo difuminado...
es una pesadilla que nunca pedí,
es algo que vivo algunas noches,
es algo que muere entre mis dedos.
Quiero despertar
(espero que lo entiendas)
para borrar de nuestras pupilas
la sombra de las lágrimas que engendramos
y pintar en tus iris
perdones desnudos
y en tus párpados
besos de comprensión
con los que dejar atrás
los sueños de ángeles caídos
que jugaron a la guerra
cuando solo querían hacer el amor.
miércoles, 15 de mayo de 2019
Luces II
Ahora que no temo a la intemperie,
caminando entre memorias,
con la insensatez de quien ha sido feliz,
recuerdo las cosas que van a ocurrir,
que al final
la luna pasó a recogerme,
que hizo un mural de nuestros pasos
y puso en marcha estrellas danzarinas.
Pero los jamases se detuvieron
sin razones a las que gritar,
cuando calló el reloj
y no pude soportar tanto silencio.
Pase lo que pase
esta es mi forma de darte las gracias
a ti
que me has enseñado
que el plano de la fantasía
no es otro que el que tiñe el corazón
en cielos de acuarela,
el que vuela a lomos de
un laberinto de realidad desfogada,
el que irradia creatividad como
estilo de vida,
el que acaricia las hojas
de un árbol para nada marchito,
el que es beso y aliento
de una sinfonía que parecía acabada.
A ti
que me hiciste entender
que también hay abrazos en los silencios
y cuidados en las miradas,
que las lágrimas son espejos
de las pasiones más contradictorias,
que el sueño merece la alegría
hasta los límites del caos,
y que despertar no siempre implica
desechar lo soñado
sino atesorarlo
seguido de tres puntos
en el cajón desastre
de los momentos que definen
nuestras virtudes.
A ti
que aunque te hable en pasado
te pienso en presente,
trascendiendo los tiempos
para darte espacio,
libertad,
alas con las que emprender nuevas aventuras,
plumas con las que trazar nuevas realidades.
A ti,
por si alguna vez te sientes sola,
por si alguna vez olvidas lo que vales
o cesas en la guerra por creer en ti
que tengas presente todo lo que has hecho florecer
en una irracional,
lo mucho que admiro tu entereza
en las batallas que libras día a día
y la rotundidad con que te prometo que
siempre podrás contar con mi palabra,
lo más valioso que tengo,
como refugio contra cualquier adversidad.
Como serendipia que volvió a prender
la luz
en mí
no descarto redescubrirnos
sin sombras.
Sin embargo,
ahora es tu momento
y el mío
de tomar aire
para definir los fuegos que queremos avivar,
en sendas paralelas
por conservar la mucha belleza
que creamos
cuando somos.
Como serendipia que se ha hecho un hueco
en todos mis mapas,
para mí,
ya eres
compañera de viaje.
sábado, 24 de noviembre de 2018
La decisión de entender
Las manos tiemblan.
Un ruido sordo
en las venas.
La mente divaga
entre el amor
que te profeso
y la atención
que me mendigo.
La frustración
esta vez
llega.
Es la sentencia dramática
de un corazón
demasiado aferrado
a la pena.
Pongo en marcha los recuerdos
para que esta cama no se quede fría
y el santuario se ilumina.
Entiendo de un abrazo
todos mis delirios.
Su sombra es el miedo
a vernos sufriendo.
Entiendo las razones
para alejarte
de un vistazo a tus ojos
cuando quedaban velados
por la tristeza.
Entiendo las razones
para quedarme
de un vistazo a los míos
cuando hacías libre
en tu verdad desnuda y sencilla.
Lo entiendo.
Lo entiendo, de verdad.
No estás porque necesitas no estar.
Lo entiendo.
Sigues en mí,
en un ser que no soporta la espera,
la distancia al roce de tu piel...
Un ser que, sin embargo,
como voluntad primaria
tiene el cuidarnos
juntas y por separado.
Así que este sentir anhela tu bienestar
tanto o más que el suyo,
con la paciencia de quien sabe
que todo pasa por una razón.
Quizás sea el narcisismo el que habla
al decirte que eres, la mayor parte del tiempo,
un arte de construcción desde fuera
cuando mi cuerpo solo acostumbraba
a la demolición en otros.
Quizás sea mi más humilde versión la que habla
al confesarte que me reconforta tanto que existas,
porque no pensé que pudiesemos coincidir,
dos almas tan iguales, tan intensitas,
tan conectadas.
Así que perdóname
si algún día no entiendo.
Te pido que me trates con deferencia
y repartas tu peso conmigo,
porque he tomado la decisión de entenderte
en tus luces y en tus sombras,
sea innato o aprendido.
Sin condición te pido
que hagas lo mismo contigo.
domingo, 21 de octubre de 2018
Salto
Lanzarse al vacío
por un sueño,
un proyecto
o una persona
(qué mejor que unx mismx)
es siempre aterrador
y eso
es lo que hice
hace unos días,
sin ser consciente todavía
de lo que supondría.
No negaré que hubo nervios,
algún que otro chiste malo
derivado de la falta de sueño
o la excusa que se preste
pero me siento tan feliz,
con el convencimiento
de haber participado
de algo único,
tan bonito,
que no puedo dejar de escribir,
con esa sensación de no querer dejar atrás,
de humedecerse lo ojos
por la cantidad de colores
que trazan el recuerdo.
Y es que a veces
da por pensar que estamos
en un mundo de mierda.
Cosas como esta
son precisamente
un recordatorio
de las fortalezas propias y de los otros,
de todo lo maravilloso que está por llegar,
de la creencia compartida en crecer juntos.
Todo esto en tres días,
sólo tres días que me han permitido
afianzar el significado de todos mis esfuerzos,
ver brotar las luces que me llevan abrazando
un año y otras vidas,
encontrar la sensibilidad en otras almas
en el momento adecuado,
porque nunca es tarde si es para toda la vida
y algunas de las amistades de estos días
parecen encaminadas al cuidado del tiempo.
Por eso
quería regalar un gracias de corazón
por el aprendizaje,
por la enseñanza
de que los saltos al vacío
son sólo ascenso
si se dan en la mejor de las compañías.
miércoles, 29 de agosto de 2018
Ojalá...
Ojalá
haber aprendido antes
de tus caricias
para haber entrado en tu mundo
con la misma suavidad.
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