Empezar por un reencuentro
y acabar por encontrarse en los demás
bien podría ser la sinopsis de tres días y una mini noche,
de cientos de instantáneas captadas
con la cámara y la mirada,
de no poder dejar de sonreír,
de hincharse a azúcar y recuerdos,
de estar cansada y no querer dormir,
del misteriosillo de Yav,
de las cartas y los yo nunca,
de abrirse al mundo y a la aventura,
de retomar el surrealismo en cualquier
calle y vagón,
de dejarse fascinar por la naturaleza y la buena conversación,
de irse la respiración,
de brujenses y gaditanos,
de ser extranjero y paisano,
de vivir sin bandera ni limitación,
de descubrir que quien camina a tu lado
es arte
y de quien duerme a tu vera
eres inseparable,
del etcétera que devuelve a la pluma
su vigor.
Y es que las palabras se vuelven pequeñas
al expresar un sentimiento tan grande,
porque recorrer Bruselas era una simple excusa;
compartir tiempo con vosotras
era el auténtico viaje.