No,
este año no iré al gimnasio todas las semanas.
Tampoco me quitaré los vicios del pasado.
Café, tinta y mojito para una mente sana.
El tabaco, qué asco, todo para vosotros
que hoy no quiero hablar de otras plantas.
Sí,
este año caerá otro tattoo.
Dormiré poco para poder seguir soñando.
Pondré metas a ras de suelo
porque lo mejor no siempre se encuentra
a grandes alturas
pero sí entraña lo más elevado,
teniendo claro que desde el corazón
se apunta de verdad.
No,
este año no me dedicaré más tiempo.
La arena caerá en favor de los abrazos que
tardaron demasiado en (re)encontrarse.
Más minutos para mis pilares,
que son pocos
pero, de siempre,
allegados.
Sí,
este año empezaré con presbicia
sabiendo que mi cristalino se cegó
de tanta belleza.
Me volveré más pastelito sin que se caiga
la guitarra de las manos.
Aprenderé las nuevas melodías
escritas a flor de piel.
Iré a donde me lleven esos acordes.
Me quedo con los turrones y el chocolate,
con este poema margarita,
con los planes de fuga a una aurora boreal,
con las religiones improvisadas
sobre el dogma de una mirada mágica.
Me propongo la libertad
en tus alas,
con la energía renovada
y el futuro acelerado
que para cuidarse del vértigo de vivir
ya están
los despropósitos de años pasados.