Hay días que siento
la obsolescencia en los huesos
y en la piel se reflejan
las ideas que tiento.
Las luces avisan,
estamos en juego.
Ahora vuela el dado sobre el cielo.
Nadie lo ha lanzado
pero todos miran con recelo.
Estamos en esta partida
esperando de otros movimientos,
ignorando que es la vida.
Tu pieza,
un peón descabezado,
contemplando desde la salida.
Primera parada.
El miedo institucionalizado,
la intolerancia normalizada,
un punto más para la manada.
Misiles con cabezas paranoicas
surcan las mentes
y encienden antorchas.
Avanzas tres casillas.
Allí, la soledad aguarda bajo el fino hielo,
futura consternación del público merino,
la expiación del masoquista,
un mero panfleto.
Otra vez tu turno.
Caes en el fisgoneo,
en las ganas de un concepto propio,
el primer aleteo.
Búsquedas que comienzan por
"los países más peligrosos del mundo para ser..."
y terminan con la incredulidad
de que ser algo
suponga un peligro.
Te han pillado.
<<¡Por armar camorra,
condenado a la mazmorra!>>
grita el alguacil a perder echado.
Carta de libertad
no pueden prometer
salvo a los que viven
encadenados al poder.
Una tirada castigad@.
Alguien pregunta <<¿Y el cambio climático?>>
Nos bebimos el ártico,
de un solo trago,
de eso ya nos confesamos.
Retomas tu voluntad orientada
para derrumbarla en la casilla de los "dramones".
¿No te combina la camisa con las bambas?
Igual es porque no vas descalzo.
¿Alguna vez te dolió el corazón?
Igual vamos bien y no es para tanto.
Y es que en esta postal
las flores yacen en el suelo
mientras que en los árboles crecen sus siluetas,
alimentándose de la superflua claridad,
de la flaqueza de lo no dicho.
Doy la vuelta al tablero.
Aquí, el otro mundo,
aquél por el que apuesto,
el que contradice este poema,
el que abraza las diferencias "inabarcables"
y ensalza lo especial.
El mundo en el que el único rol
es ser uno mismo
y que le jodan al qué dirán.
El mundo de momentos y ahoras
en el que no haya más tiempo verbal.
El mundo de prepiropos,
libertad en el corazón,
como tabú la inhibición.
El mundo en el que se puede morir de Stendhal
y resucitar a bocanadas de sueños.
El mundo que no es utopía,
sólo empeño.
¿Tiramos el dado?
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