domingo, 29 de enero de 2017

(Auto) Reconciliación

     Desde que no entiendo las canciones ni los versos,
     la tierra está sin agua,
     el viento sin voz.
     Al fin te dejas ver,
     detrás de las paredes,
     revolviendo entre sueños remotos,
     cuando bailabas luminosa en profundos ecos de bruma
     haciendo a tu antojo en aquellas fiestas de sombras.
     De ellas sólo quedan cócteles de ceniza,
     cementerios de este ágape.
     Cal viva y arena muerta dejamos a nuestro paso
     por no permitirnos ser, por no despedirnos.
     Vuelve con el norte y el oeste
     y dejemos las falsas brújulas que me hicieron perder tu posición.
     Firmemos esta tregua hoy mismo,
     entreguémonos a causas perdidas
     y no a causas que nos pierdan.
    Que esta línea de puntos sea el comienzo de algo antiguo.
    Sé arte de nuevo,
    sé tuya,
    sé por mí,

    sé por ti. 

Prólogo

Mi nombre es Sara. Tampoco te contaré mucho más por el momento, para no hacer spoilers a la primera de cambio. Sólo un pequeño matiz; hace unos años sufrí un episodio agudo de existencialismo. Ahora mismo, con unos 232 días a la espalda sin leer a Schopenhauer, ya casi estoy reinsertada en la sociedad. Sin embargo, si alguna vez encuentras aquí palabras desesperanzadas, te pido que no me lo tengas en cuenta, es un viejo hábito, una mala costumbre transitoria (como esa gente que arrastra los pies). 

Pero, vamos al tema. ¿Qué puedes encontrar aquí? Desvaríos de todo tipo, según el día. ¿Por qué ese nombre? Porque este blog nace con el propósito de airear textos que nacieron precisamente en noches en blanco, de fragmentos inconexos que tomaban forma bajo la luz de una lámpara de escritorio, en las calles de una ciudad mientras escuchaba sus secretos, en veladas oníricas, en un autobús de regreso.

Bienvenid@ a la noche blanca.